viernes, 2 de mayo de 2014

Jim Lauderdale por partida doble: Black Roses & Blue Moon Junction

Dos diferentes discos de uno de los compositores más prolíficos de la actualidad, aunque cuente con la ayuda en las letras de Robert Hunter, y que lo haga notar ya desde la portada indica cuánto debe apreciar Jim la labor de su colaborador.

El primero, Black Roses, cuenta con los hermanos Dickinson, Spooner Oldman, David Hood, Ian McClagan o Shannon McNally como acompañantes de lujo a la música de Jim. Sonidos más negros y pantanosos en temas como Throw My Bucket Down, No Later Than Soon o When Jones Came Home, se nota que esté grabado casi por entero en los estudios Zebra Ranch de los Dickinson y la producción de Luther, del que además sus guitarras sobrevuelan por todo el disco, algunas veces con bastante distorsión pero siempre con su maestría habitual, una muestra de dejar su sello desde un segundo plano. Black Roses es variado pero homogéneo, Ride On es una maravillosa balada con metales, una delicia donde Lauderdale emociona con una voz a la altura del tema, y 13 Clocks recuerda a la faceta más soul de Van Morrison. Tossing Peebles At The Sky es otra de mis favoritas y Ebenezer instrumentalmente tiene una onda más a lo Hill Country Blues,  y Black Roses es otra balada, casi una nana, que finaliza el disco dejando muy buen sabor de boca y esperando que Jim repita en un futuro más discos en esta onda.


Blue Moon Junction por otra parte es Lauderdale en solitario y en acústico, desgranando un intimista y sólido repertorio de canciones para las que él y Robert Hunter no encontraron cabida en trabajos anteriores. Bienvenidas sean, pues este es otro disco en el que nos podemos deleitar de unas composiciones tan sencillas como sentidas, donde la excelente voz de Jim Lauderdale y su guitarra se bastan para emocionar en unos temas en los que hay cabida para todo, desde el dramatismo de Morgan Montague hasta su lado más romántico como Land Of My Dreams, o esa maravilla cantada a capella llamada Shadowfall. Let Me Be encajaría en algún disco de otro de los mayores compositores de la música americana, John Hiatt, con el que comparte ese talento de hacer a partir de la sencillez canciones tan imperecederas como soberbias. No todos los grandes músicos se pueden permitir el lujo de hacer un disco tan sencillo y tan profundo al mismo tiempo como este, pero claro, el talento de Lauderdale para componer tampoco lo tiene cualquiera.