viernes, 1 de noviembre de 2013

Crematorio


Tenía un poco de reparo antes de ponerme a ver la serie, es posible que no esperara mucho después de haberme leído el libro de Rafael Chirbes, el primero de los suyos que ha caído en mis manos y que me ha parecido que iba de más a menos, con sus ratos brillantes pero otros menos, y es que tanta reflexión y diálogo interior, por muy lúcidos que sean, han terminado por resultarme monótonos por momentos. Además, el cine o la televisión española no está pasando por una época muy brillante que digamos, aquí parece que sólo se pueden hacer series de gilipolleces y humor estúpido. Pero hay que decir que Crematorio, la serie, no decepciona en absoluto. Hay elegancia, gusto, todo resulta creíble y la estructura narrativa es muy diferente al libro, hacer algo cercano al libro en ese sentido no tendría sentido. El trabajo del reparto en su mayoría es un lujo, con un gran José Sancho en cabeza, Rubén Bertomeu le fue como anillo al dedo y por supuesto que dice mucho de la categoría de Sancho que ese fuera uno de sus últimos trabajos. Su saber estar, su contención y su presencia, dando vida a un tipo que domina a los demás sin tener que mostrar vemencia, ya sólo justifica el visionado de los ocho capítulos de la serie. Hay quien dice que Crematorio es el equivalente español a The Wire o los Soprano, y no seré yo quien lleve la contraria. Especulaciones inmobiliarias, mafias rusas, sórdido tráfico de drogas, putiferios, amores imposibles, amor por el poder y el dinero, violencia, todos esos elementos que son tan bien tratados en series como las de la HBO aquí tiene su traducción española sin caer, menos mal, en lo vulgar y en el esperpento, que era lo que me temía. Con todo lo bueno y lo malo que puede resultar decir algo así: no parece la típica serie española idiotizante.